Betty Suárez dice que su historia de migración es un poco diferente a la de otras personas -cada una tiene sus particularidades y algo de universal, se podría acotar. Ella lo dice en el sentido de que no lo había pensado, no estaba en sus planes. Fue a visitar a su hermano a Chile -para conocer a su sobrina- y allí se quedó. La dificultad para conseguir medicamentos de sus padres en Venezuela también influyó, así como la opinión de sus familiares. Si bien extraña lugares y comidas de su país natal, dice: “No fue un proceso difícil para mí”. Se adaptó a su nueva comunidad y consiguió trabajo. Esta es parte de su historia.
Antofagasta, Chile – A pesar de extrañar las playas venezolanas de Coro, donde nació, y de añorar tener más a mano ají dulce, Betty Suárez encontró un nuevo camino de vida en suelo chileno y se encuentra bien, con trabajo y familia.
Betty, de 54 años, es licenciada de Ciencias Políticas de la Universidad Central de Venezuela. Trabajaba en el Ministerio de Salud, en el año 2016, cuando decidió tomar unas vacaciones extendidas para ir a conocer a su nueva sobrina. Uno de sus hermanos se encontraba viviendo en Antofagasta, Chile.
Por tres meses, dice Betty, dejó todo en suspenso en Venezuela: su trabajo, su casa, sus amistades. Su idea era ir y volver. “Yo no venía a quedarme”.
Su hermano y otros familiares opinaron que podría optar por una vida alternativa en suelo chileno. Eso pesó para que Betty lo considerara. En esa época estaba empezando a faltar un medicamento que su padre debía tomar todos los días. Esa preocupación también inclinó la balanza. “Entre todos los hermanos conversamos para que mis padres vinieran y se quedaran aquí conmigo. Ahora ya tenemos seis años aquí”.
Su hermano, que es ingeniero mecánico, trabaja para gas Abastible. Dos años después de la mudanza de Betty, le surgió a él otro puesto en Santiago, así que se separaron dentro de Chile. Betty decidió de todas maneras quedarse en Antofagasta.
Gracias al apoyo de la OIM, ella pudo realizar un curso para ser asistente administrativa. Lo que sirvió de mucho ya que no había conseguido traer los papeles necesarios para revalidar aún su título universitario. Fue así como luego pudo conseguir un puesto de Asistente de Proyectos en la Corporación de Desarrollo Social del Sector Rural (CODESSER), una agencia que apoya a las empresas a postular sus proyectos en el Estado, y luego tiene la potestad de darle seguimiento a los adjudicados.
Sin embargo, este no fue el primer trabajo de Betty en Chile. Lo primero que consiguió fue de asistente de casino. Le tocaba lavar los platos, lavar baños. Dice que empezar a trabajar de lo que sea a penas llegó, de todas maneras, la ayudó mucho para conocer a las personas chilenas, sus costumbres, su cultura. “No fue un proceso difícil para mí”.
Betty habla de las playas de su ciudad natal con una sonrisa y añoranza que transmiten ganas de ir a conocer ese lugar. “Coro se encuentra en el Estado de Falcón, el más lindo de Venezuela, con las playas más hermosas que te puedas imaginar. Unos médanos de tierra suavecita”.
Algún día habrá que conocer Coro y comer algo con ají dulce.
Betty, ¿qué Postal Migrante elegirías? ¿A quién se la enviarías?
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