Elio Quevedo decidió tomar un par de caminos similares a los de su padre: estudiar geología y vivir -al menos un tiempo- en Chile. Si bien esta migración también surgió además por otras cuestiones: su hija tiene una condición por la cual necesita oxigenante cerebral, algo que se complicó conseguir en Venezuela en 2018. Desde entonces viven en la ciudad chilena de Antofagasta, donde Elio y su esposa trabajan en hoteles que alojan a personas migrantes, como parte de la comunidad de acogida, y su hija representa a su colegio en natación y atletismo. Esta es parte de su historia.
Antofagasta, Chile – La Geología es la ciencia que estudia la historia del planeta Tierra y su vida, las rocas por las que está compuesta y sus procesos de transformación a lo largo del tiempo. Es lo que decidió estudiar Elio Quevedo (42), siguiendo así un camino similar al de su padre geólogo.
Nacido y criado en la montañosa Trujillo, ciudad capital del homónimo Estado en el oeste de Venezuela, Elio también resolvió seguir otros pasos similares a los de su padre en 2018, aunque por algunas razones diferentes: con su esposa definieron migrar a Chile por la falta de oxigenante que había, algo necesario para tratar a su hija que tiene trastorno del espectro autista (TEA).
El padre de Elio había vivido unos años, como geólogo, en el sur de Chile. Él en cambio decidió buscar algo más al norte, más cerca de su país. “Uno siempre piensa con el corazón: ‘mientras menos kilómetros a lo mejor cada tanto puedo volver’”. Vieron que la apertura minera en Antofagasta hace años que es próspera.
La carrera de su esposa también fue determinante en la determinación. Es ingeniera en petróleo y solía trabajar en Petróleos de Venezuela (PDVSA). Mientras que Elio en esa época trabajaba en el Ministerio de Ambiente venezolano.
Para llegar a suelo chileno pasaron primero por Colombia y Perú. Algunos tramos a pie, algunos en bus. En suelo colombiano consiguieron cómo pagar tres pasajes en avión hasta Lima al vender algunas pertenencias. Y desde Lima hasta Antofagasta de nuevo en bus. “Al migrar con mi hija, prefería vender lo que teníamos, quedarnos en cero si era necesario, con tal de viajar mejor”.
Al llegar buscaron información y se contactaron con la OIM. Lograron recibir en seguida asesoramiento y orientación para conseguir empleo.
Al tener trabajo como encargado de hotel -y su esposa en otro hotel de la misma cadena-, tuvieron la idea de generar un convenio para recibir a personas migrantes vulnerables. Se inició así una colaboración más estrecha. Dentro de ese programa, las personas migrantes pueden estar en esos alojamientos entre 14 y 28 días, y contar también con alimentación.
Elio encontró así su forma de aportar. “Conseguir un techo para una persona por 21 días, con alimentación, que tiene cero costos para esa persona, le da tiempo de reorganizarse y buscar algo más, un empleo”.
Su hija, que en el presente tiene doce años, logró insertarse correctamente al sistema educativo y chileno. También sobresale y es orgullo para sus padres al representar a su colegio en atletismo y natación.
Elio asimismo utiliza el deporte como conexión con otras personas migrantes. Suele ir a la cancha, a ver a su hija o a otras personas venezolanas deportistas, con la bandera que lo identifica con su nacionalidad natal. Logra así entablar conversaciones con otras personas y conocer a más personas migrantes.
Está convencido de que la población migrante puede aprender y aportar mucho a la cultura y el desarrollo. “Mientras tengamos las herramientas y la fuerza, todo se puede hacer”.
Elio, ¿qué Postal Migrante elegirías? ¿A quién se la enviarías?
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Toda historia puede tener puntos comunes y extraordinarios a la vez.
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